25 enero, 2019
La propiocepción ¿Qué es, para qué sirve y cómo funciona?

La propiocepción es la capacidad que tiene nuestro cerebro de saber la posición exacta de todas las partes de nuestro cuerpo en cada momento. Dicho de otra manera, a nuestro cerebro le llegan diferentes ordenes desde las articulaciones y los músculos de la posición exacta de los mismos. De esta manera, en el sistema propioceptivo se “procesan” todas estas ordenes y se puede saber en qué posición exacta se encuentra nuestro cuerpo en cada momento. Este sistema interpreta entonces si es necesario reaccionar de manera inmediata activando otros grupos musculares para evitar lesiones, una caída,…
¿Sobre qué funciones actúa la propiocepción?
Regular el equilibrio
Coordinar los movimientos
Mantener el nivel de alerta del cerebro
¿De qué se compone el sistema propioceptivo?
- Receptores nerviosos: Se encuentran en nuestros músculos, articulaciones, ligamentos, tendones y huesos. Esos receptores propioceptivos son el huso muscular, los órganos tendiosos de Golgi, los receptores de la piel y los receptores cinestésicos articulares. Dentro del sistema propioceptivo, funcionan como algo parecido a los acelerómetros de los teléfonos móviles.
- Nervios aferentes: Los nervios aderentes son los transmisores del sistema propioceptivo. Son los encargados de transmitir toda esta información recogida por los receptores propioceptivos y enviarla al sistema nervioso central (SNC – cerebro).
- SNC: En el Sistema Nervioso Central se procesa toda esta información recibida. Es el “ordenador central” del sistema propioceptivo. Desde allí se enviarían las ordenes necesarias a las mismas u otras articulaciones y/o músculos, para producir la reacción deseada.
¿Qué es la propiocepción? Ejemplos de propiocepción
El sistema propioceptivo nos protege ante las lesiones y/o nos permite reaccionar de manera rápida para prevenir lesiones.
Por ejemplo: imaginemos que estamos esquiando (o jugando a futbol…) y en uno de las rotaciones, la rodilla derecha “gira“ un poco más de lo normal. En cada giro, los ligamentos y receptores de la articulación de la rodilla están enviado información del estiramiento de los ligamentos, posición de los mismos… al cerebro. El Sistema Nervioso Central reacciona a esta información ordenando la contracción y relajando el cuádriceps para permitir éste movimiento. En ese momento, el ligamento cruzado anterior envía la orden que se está estirando más de la cuenta y hay peligro de romperse. Es entonces cuando el sistema propioceptivo entra en funcionamiento. El cerebro envía la orden inmediata de reaccionar. Ya sea contrayendo más fuerte el cuádriceps o haciendo que nos tiremos al suelo. Evitando así la ruptura del ligamento cruzado.
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Ejercicios de propiocepción
Cuando hablamos de ejercicios de propiocepción o de entrenamiento propioceptivo, estamos refiriéndonos a un entrenamiento más bien neuromuscular. Gracias a la «reeducación» de la articulación lesionada, el deportista conseguirá potenciar la toma de consciencia y de sensibilización de las estructuras musculares, articulares, tendinosas y óseas.
«Los ejercicios de propiocepción o el entrenamiento propioceptivo es neuromuscular y, gracias a él, el deportista conseguirá potenciar la toma de consciencia y de sensibilización de las estructuras musculares, articulares, tendinosas y óseas»
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El entrenamiento de propiocepción es un trabajo perfecto para evitar las lesiones, prevenir recaídas o ayudarnos en el proceso de rehabilitación de una lesión.
¿Cómo funciona el entrenamiento propioceptivo?
Cuando sufrimos, por ejemplo, un esguince de tobillo, la señal sensorial que recibimos en nuestro cerebro se ve alterada. En esos casos, nuestra respuesta ya no será la misma que antes. Por esto, una vez hayan cicatrizado las fibras del ligamento lesionado, deberemos entrenar de nuevo la propiocepción de tobillo para evitar nuevas lesiones. La falta de entrenamiento propioceptivo tras un esguince de tobillo es la principal razón por la que, tan frecuentemente, se repiten las “torceduras”. Así pues, tras un esguince o una luxación, el entrenamiento de la propiocepción de tobillo es fundamental.
La falta de entrenamiento propioceptivo tras un esguince de tobillo es la principal razón por la que, tan frecuentemente, se repiten las torceduras«
Tras una “torcedura de tobillo” de una cierta gravedad es necesario re-entrenar y recuperar la propiocepción de tobillo. En un tobillo con el sistema propioceptivo “lesionado”, en el momento que el ligamento se estira más de la cuenta, el cerebro no puede reaccionar porque no le han llegado los imputs de que se está produciendo un estiramiento exagerado del mismo.
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