Se ha visto que la COVID-19 produce, en un gran número de casos, neumonías que afectan intensamente a los dos pulmones. Además, se ha visto que, en fase aguda, puede producir: inflamación persistente o embolia pulmonar, coágulos en las arterias pulmonares. Estas complicaciones, como sucede con otras neumonías víricas, pueden provocar secuelas respiratorias a medio y largo plazo, una vez superada la COVID-19.
Así pues, a aquellos pacientes que presenten secuelas respiratorias tras la COVID-19, se les realizará: un tac de tórax, un escáner del pulmón, para ver claramente con detalle si hay estas lesiones, y unas pruebas de función pulmonar, para ver cómo ha quedado la capacidad pulmonar tras este episodio.
Además de esto, en algunos pacientes es posible que añadamos también una prueba de esfuerzo, un ecocardiograma y un análisis de sangre, dependiendo de las complicaciones que haya tenido el paciente en ese momento.